La ansiedad es tan popular que en su popularidad se encuentra su mayor ventaja/peligro en el día a
día de quien la padece. Estado general de nerviosismo, ritmo cardíaco acelerado, sobreactivación
motora (los famosos paseos de punta a punta por casa), ataques de hambre, irascibilidad… Es fácil
identificar en los demás o incluso en uno mismo estos síntomas, y con la pericia adecuada incluso
enfrentarse a campo abierto con ella. Es la ansiedad en estos escenarios la que pide a gritos ayuda
con la situación/estimulo que la genera.
Ahora bien, ¿que ocurre con la ansiedadque no se muestra de manera tan evidente? ¿Que pasa con la ansiedad de los fuertes? ¿Que ocurre cuando alguien no puede fallar, cuando has decidido que no puedes caer que tu mundo te necesita para seguir girando, que todo depende de ti?
Ilustremos la ansiedad del fuerte. Le llamaremos “Miguel”, “Sonia”, “Guillermo”, “Ruth” (debido
a que no entiende de géneros, edades o estratos sociales). “Pedro” a base de esfuerzo se ha
convertido en la versión iberica de Bruce Willis. Es lo que llamaríamos un tipo brillante con mala
suerte, destaca en aquello que se empieza, y suele acabarlo siendo el mejor, Consigue la simpatía de
los débiles y la enemistad de los fuertes. La gente suele buscar su consejo y su ayuda. No suele
dudar en ayudar, aunque te hace ver que te esta salvando la vida con desgana. No pide ayuda. Ni
para hacer la mudanza, aunque vida en un 4º piso sin ascensor. Por eso la gente que le conoce se
acaba apartando de su lado porque creen que no necesita a nadie y esta mejor solo. Además
tampoco es un tipo muy divertido, porque de una manera u otra el siempre ocupa su tiempo en
planes que no requieren de nadie mas.
Te voy a pedir un gran favor. Si va a “Miguel” sonríele, y dale un abrazo. “Miguel” sufre ansiedad,
pero su ansiedad rara vez sale a campo abierto. Hace mucho, mucho tiempo, mientras sufría su
ansiedad de manera evidente, el peso del mundo le aplastaba (le pudieron insultar por débil,
castigarle por no reaccionar como le pedían, reírse de el, o aprovechar el momento en que la
ansiedad se mostraba para hacerle sentir aun peor ensañándose con el en ese momento). Aprendió a
mantenerse firme , mientras sufría sus ataques de ansiedad, impasible, desafiante, estoico. Hasta que
la ansiedad pasaba y se retiraba a algún oscuro rincón de su mente, esperando paciente para el
siguiente asalto.
Podríamos estar tentado a pensar que “Miguel” cual fortaleza bizantina había encontrado un
método de ser inmune a la ansiedad. ¡Claro que lo encontró! Él lo llamó “No me apetece”, “Eso es
una tontería”, “No me gustan esos sitios”, “Que con otra persona para ir allí, a mi eso no me va.”,
“Hace demasiado frio/calor” “En vez de ir allí por que no hacemos esto otro”…
“Raquel” sufre una especie de maldición que impide que cristalicen sus logros, una especie de
“estuve a punto, pero…”. Todo regado con unas construcciones lógicas que aparentan una solidez
incuestionable. Cuando habla no se le mueve ni un pelo, ni pestañea. Es la sobriedad rocosa de un
gigante que dice saber lo que quiere, pero “paso esto y lo otro” y no lo consiguió.
Ellos sufren agorafobia. La ansiedad de los fuertes. De aquellos que lo tienen todo controlado.
Solo frecuentan entornos que ya conocen o que creen que puede dirigir con facilidad. Siempre
caminan con un pie atrás, y no entran en un sitio si antes no sabe como salir de el (tanto física como
metafóricamente hablando).
“Manuel” no ha perdido el control, ha perdido la libertad. Es prisionero de sus mentiras para no
afrontar situaciones nuevas, para no experimentar sensaciones que le puedan hacer sentir débil o
incapaz. Porque así es como se siente, incapaz de afrontar el vasto mundo con sus limitados
recursos. Tiene miedo a que le digan que no es lo suficientemente bueno, que no es valido. No es
una persona huraña que se aleja de los demás o un aburrido que no quiere hacer nada nuevo. Es una
persona que ha sido superada por su miedo a no tener los recursos necesarios en caso de necesidad y
para el/ella siempre puede pasar lo peor en cualquier lugar. Siempre hay que estar preparado.
Si ves a Miguel, a Pedro, a Jaime , a Antonio, a Beatriz, a Ana… dile que puede contar contigo.
Dile que tu le apoyaras cuando no sea capaz. Dile que no esta solo. Dile que si alguna vez se queda
paralizado, tu cogerás su mano y le llevaras a un lugar seguro.
Os animo a apoyar a esas personas, que todos conocemos,s a hacer cosas nuevas, ir a lugares
todavía no conocidos. A tener mucha paciencia con ellos y a dedicarles una sonrisa cada vez que
veamos que aunque sufren y se quejan, lo están intentando.
La verdadera fortaleza es enfrentarse a las propias debilidades.
Esperamos que las informaciones ofrecidas por NatuCorpore, Centro de Estética Natural y Bienestar te sean de utilidad. Queremos que ayudarte a que te cuides de forma Natural y Aromática. Puedes dejar tus dudas o comentarios, contestaremos lo antes posible. Gracias por leernos!! 🙂
Gonzalo Gómez Cámara
HipnoCoaching.
“Supérate»