Las personas que somos de ciudad, cuando nos paramos a observar la naturaleza nos quedamos tan maravilladas que el nivel de asombro es altísimo.
El otro día y sin previo aviso, la naturaleza nos puso ante los ojos algo increíble, algo tan espectacular que nos impidió dejar de mirar.
Un insecto.
Una Iris Oratoria en pleno ritual defensivo.
El insecto en sí mismo lo atrapa todo: el espacio, el sonido, la luz… Es impactante.
Al pararnos a observar, sabemos que hay algo que se nos está escapando. Tenemos que poner todos los sentidos alerta para entender este espectacular mensaje.
La Iris Oratoria, en sus escasos cuatro centímetros, engloba dualidades clarísimas, Yin y Yan.
Fuerza y fragilidad. La fuerza ante el débil e incauto y la fragilidad ante el grande, aún sin ser consciente de ello. Un instinto muy animal.
Belleza y monstruosidad. Toda la belleza de la perfección , la simetría y el color y la monstruosidad de la estructura del insecto y sus ojos extraterrestres.
Exhibición y ocultación. Esa exhibición teatral tan tan loca y, a la vez , esa forma de mimetizarse con su entorno para ocultar sus intenciones.
Guerra y paz. La paz de la quietud absoluta y su preparación visceral para entrar en batalla.
Definitivamente un regalo de la naturaleza que trabaja incansable para demostrarnos su poder y belleza, consiguiendo atrapar nuestra atención plena.